La complejidad de la valoración de inmuebles de interés cultural (II)

10/11/2012 Tasación

(Ver primera parte del artículo)

Consideramos, a continuación, algunas características más que se deben tener en cuenta a la hora de valorar monumentos histórico-artísticos:

  • Jardines: Esta variable se refiere especialmente a la calidad de los jardines circundantes y propios del monumento, influyendo aquí el diseño y la firma del diseñador, la antigüedad del diseño y arbolado, la variedad de las especies, la extensión, así como las instalaciones de riego y drenaje.

valoración

Entorno:

  • Paisaje: Se valora también el entorno paisajístico del monumento, teniendo en cuenta su interés turístico.
  • Localización: Se realiza un balance de la situación geográfica: si esta es privilegiada ubicándose, por ejemplo, el centro de una gran urbe; la categoría socio-económica y la seguridad del sitio; la polución atmosférica y acústica, etc.
  • Accesibilidad: Se valora la cantidad de vías de acceso, su importancia y estado de conservación.
  • Urbanización: Se estima aquí el estado de las instalaciones urbanísticas, redes de suministros, viales, espacios verdes comunes, etc.
  • Demografía: La población censada del municipio.
  • Indicador de precios urbanos: También influye el precio medio que alcanzan las viviendas en la provincia.
  • Turismo: Esta variable estima la oferta turística en la zona donde se haya enclavado el monumento, ya que obviamente, un monumento que se encuentre en una zona de interés turístico será más apreciado por un inversor potencial que otro monumento análogo ubicado en zona extraturística.

valoración de la lonja de Valencia

Otras características que otorgan valor:
  • Atributos: Es importante considerar el papel que haya podido tener el monumento a lo largo de su historia. Por ejemplo, puede haber asumiendo roles políticos albergando una asamblea; o culturales, siendo el lugar de reunión de personajes intelectuales. Un ágora tiene una labor claramente social; o una lonja, económica. Una ermita tendría un rol religioso, y una universidad disfrutaría de un atributo claramente académico, así como un hospital albergaría un fin sanitario.

Además de todas estas características, tal vez haya que añadir como una variable extra las rentas anuales directas atribuibles, por ejemplo, a los precios de entrada pagados por los visitantes, tarifas de alquiler si el monumento se utiliza eventualmente como sala de exposiciones, etc. Estas cifras habría que compararlas con los costos de mantenimiento y restauración, que en ocasiones pueden llegar a superar con creces los ingresos directos.

Sin duda, la valoración de inmuebles de interés cultural es todo un arte y debe ser llevada a cabo por expertos versados en la materia como los arquitectos y peritos de Taxo.

Por otra parte, debemos recordar la diferencia que existe entre valor y precio, ya que, como se dice, ‘un cínico es quien conoce el precio de todo pero no sabe el valor de nada’.